Fascismo contradice la Evolución

Lea Celik Somerseth Shaw

11/1/2025

Fascismo contradice la Evolución

por Lea Celik Sommerseth Shaw

Hubo un tiempo en que la evolución de la humanidad pertenecía al mundo natural. No estaba escrita en teatrales documentos socioeconómicos ni oculta en manifiestos de partidos. Era un ritmo sagrado del orden natural al que la humanidad se adaptaba según correspondía; la supervivencia no estaba guiada por la codicia ni la ideología, sino por la armonía de la propia tierra. Darwin comprendió esto: que la vida avanza a través de la diversidad, que la existencia misma prospera en la diferencia, y que la fortaleza no se obtiene mediante el control, sino mediante el cambio.

Sin embargo, en algún punto de la línea política, con el auge del industrialismo, la humanidad decidió interferir y comenzó a amenazar la evolución misma, tratándola como un proyecto que se puede gestionar o un experimento que se puede manipular. Los políticos, a través de su red de sociedades sistemáticas, comenzaron a decidir quién triunsa, quién evoluciona, quién es silenciado, quién recibe financiación y quién es olvidado.

Desde mediados de siglo, esta ideología ha apuntado a cualquiera con impacto, a través de redes de manipulación sistemática y segregación, perturbando nuestra percepción de lo que define la grandeza humana. Esta selección política es un intento de manipular y comercializar intereses ideológicos, pero lamentablemente no solo deteriora las sociedades, sino también la humanidad, alterando la armonía del mundo natural. Es una amenaza contra nuestra Declaración Universal de los Derechos Humanos y contra la democracia que todos apreciamos.

El gobierno actual ha transformado la visión de selección natural de Darwin en selección política. Quienes detentan el poder establecen sistemas que favorecen la obediencia sobre la innovación, el sometimiento sobre la inteligencia y la propaganda política sobre el progreso. Las poblaciones son condicionadas a conformarse, no a evolucionar. El sistema político premia a quienes se adaptan a los intereses políticos, que hoy ya solo representan los intereses de unos pocos, y nunca de la democracia.

En la naturaleza, sobreviven los fuertes porque evolucionan. En la política, lo que asumimos como fuerza son figuras de barro fabricadas, colocadas sobre el teatro socioeconómico de las masas: nuestra sociedad. Igual que las figuras de barro adoradas en la antigüedad, estas figuras políticas son comercializadas como íconos, aunque carezcan de capacidad para sostenerse por sí mismas. Al perturbar el mundo natural, solo generan caos, inflación y guerras.

La burocracia se ha convertido en el nuevo entorno, donde la evolución es reemplazada por la manipulación, donde los más aptos ya no son los que defienden la verdad, sino los que se sostienen mediante la corrupción.

Esta inversión del orden natural es la catástrofe silenciosa de nuestro tiempo. Cada política construida sobre la censura, cada algoritmo que silencia la disidencia, cada institución que premia la conformidad… todos ellos alteran el delicado proceso evolutivo del mundo natural, del cual somos parte y al cual no somos superiores. Los políticos que juegan a ser todopoderosos con su teatro socioeconómico para las masas están, en realidad, en guerra con lo verdaderamente todopoderoso, al faltar el respeto a su creación.

Los pensadores, los innovadores, los portadores de verdad son la especie en peligro de nuestro tiempo. Darwin escribió sobre la supervivencia en términos de aptitud. Pero hoy la “aptitud” se mide por alineación política, y no por intelecto, aspiración, ambición, capacidad o talento. La especie política ha aprendido a dominar el hábitat social y a deteriorar el potencial evolutivo de la humanidad.

Si la evolución ha de reanudarse, debemos despolitizar la naturaleza humana y liberar el pensamiento de la ideología partidista. Debemos aplicar un modo de vida que respete, comprenda y funcione en armonía con el mundo natural; jamás podremos vencernos a nosotros mismos luchando contra él. El mundo natural no pertenece al ser humano, ni al Estado, ni al mercado, ni al algoritmo. Pertenece al río de la realidad, al viento y al corazón que late.

La verdadera evolución no puede producirse dentro de un sistema diseñado para suprimir la diferencia. Comienza en la rebelión, en la silenciosa rebeldía de quienes se niegan a formar parte del teatro de masas. El futuro de la humanidad depende no de políticas, sino de percepción: la verdadera y honesta mejora de la humanidad es el valor de evolucionar más allá de los sistemas que nos han impedido evolucionar en absoluto.

Lea Celik Sommerseth Shaw
Milán, 1 de noviembre de 2025