Filosofía Contemporánea

en torno al Naturalismo

Lea Celik Sommerseth Shaw

11/5/2025

Filosofía Contemporánea

por Lea Celik Sommerseth Shaw

Vivimos en un mundo donde la moralidad ha sido externalizada al industrialismo como una apatía colectiva. La ética se ha convertido en un código externo, capaz únicamente de gobernar nuestra atención, nuestras elecciones y nuestro sentido de valor, siempre con revisiones. La pregunta ética ya no es “Qué es lo bueno?”, sino más bien “Quién gobierna?”

La condición humana se encuentra hoy en una intersección frágil; estamos en un punto vegetativo del Industrialismo. El mundo natural reclama su autoridad con el derrumbe del industrialismo, en un juego constante entre empatía y rendimiento, autenticidad y manipulación. La sociedad no ha perdido su brújula moral; la ha vendido al materialismo.

Creo que la moralidad y la ética, en su sentido más verdadero, pueden redefinirse en estos tiempos como un acto de resistencia. Ser moral ya no significa obedecer las normas de la sociedad, sino ser capaz de ver a través de las ilusiones que la sostienen y luego resonar con esa visión. Todo comienza en la soledad, en el momento en que el individuo puede ver más allá de la ilusión y resonar con la verdad.

El industrialismo está construido sobre una civilización manipulada y una humanidad en deterioro. Cada acto de bondad corre el riesgo de convertirse en una puesta en escena, cada convicción en una etiqueta; sin embargo, la ética pertenece a los no materialistas. La nueva frontera moral no es el acto público, sino la intención individual: la negativa a participar en aquello que disminuye la humanidad.

El industrialismo no carece de inteligencia; carece de corazón y alma. Es una planta de plástico que no puede florecer ni hacer florecer a la humanidad. La ética debe evolucionar de la abstracción a la encarnación, del discurso intelectual a la conciencia, trascender la ideología para convertirse en consciencia: un modo de vivir honesto, verdadero, un sentido respirado de responsabilidad hacia el mundo natural.

El futuro no pertenece al Industrialismo, una fachada construida para caer, sino al Naturalismo, que salvará a la humanidad de caer con él. El nuevo desafío de la filosofía no es solo definir lo bueno, sino despertar al individuo y su conciencia de cómo opera el laberinto del Industrialismo.

A medida que el Naturalismo reclama su autoridad, la moralidad colectiva debe redescubrir su dimensión sin límites. Debemos atrevernos a imaginar formas de vida que desafíen la lógica del materialismo, que sanen en lugar de explotar, que creen en lugar de destruir. La ética debe ser visionaria: anticipar el mundo no como es, sino como podría ser, si recordáramos la humanidad… no como consumidores, no como ciudadanos, sino como seres capaces de empatía y asombro.

En estos tiempos de transición del Industrialismo al Naturalismo, entre lo humano y lo poshumano, entre la tierra y la sociedad, nuestro mayor acto moral es permanecer sensibles: sentir profundamente en una época que adormece los sentidos, y permanecer despiertos y atentos a esa sensibilidad.

Y así regreso al principio: el Naturalismo, que surge por necesidad, en un tiempo en que la humanidad parece haber olvidado lo humano; donde la ética se percibe como resistencia, y donde la resistencia a la ignorancia y la apatía parece provocativa.

Las sociedades del mañana no se construirán sobre el Industrialismo, porque ya no posee los recursos para sostenerse sin deteriorar a la humanidad; y cuando la humanidad está al borde de caer con él —y podría hacerlo fácilmente—, debemos recordar que la humanidad pertenece al Naturalismo, que siempre ha sido superior al industrialismo creado por el hombre.

Lea Celik Sommerseth Shaw
Ginebra, 5 de noviembre de 2025