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MEDITERRÁNEO RUSAKURDA, FILÁNTROPO, FUNDADOR MN: ESTADO BABILONIA, EMPRESARIO MULTIDISCIPLINARIO, DIRECTOR CREATIVO, COMPOSITOR, ESCRITOR, AMBIENTALISTA

Yasar Kemal en Español

Afraca y Mesopotamia

Lea Celik Sommerseth Shaw

9/12/2025

Yasar Kemal en Español

par Lea Celik Sommerseth Shaw

Cuando me encontré por primera vez con los escritos de Yaşar Kemal, sentí como si estuviera escuchando hablar a la propia tierra. Sus palabras no eran solo literatura; eran ecos vivos de las llanuras de Mesopotamia, de sus aldeas, de sus dolores y de su rebeldía. Para mí, Kemal no es únicamente uno de los más grandes novelistas de Turquía, sino también una voz moral —alguien que entendió que contar la historia de un pueblo es preservar su dignidad.

A menudo pienso en su vida temprana, nacido como Kemal Sadık Gökçeli en el seno de una familia kurda humilde, marcado por la tragedia y la resistencia. Perder un ojo de niña, presenciar el asesinato de su padre a tan corta edad, y aun así convertirse en un escritor cuya visión abarcó paisajes enteros —esa es la esencia de su legado: transformar el sufrimiento en relato, convertir el silencio en voz.

Su obra maestra, İnce Memed, que el mundo conoció como Memed, mi halcón, siempre me ha parecido más que una novela. Es un himno de resistencia. En la rebelión de Memed contra los terratenientes, veo el grito eterno de los oprimidos contra las estructuras que los encadenan. Es el Robin Hood de Anatolia, pero más feroz, enraizado en los campos del Çukurova, llevado por el viento de las canciones populares. Por eso sus palabras trascendieron Turquía, por eso pudieron ser escuchadas en tantos idiomas: porque la justicia, cuando se expresa en el arte, no conoce fronteras.

Al reflexionar sobre sus obras, noto cómo tejía la naturaleza en todo. Los campos, los bosques, las montañas —no eran escenarios de sus historias, sino fuerzas vivas que respiraban con el destino del pueblo. Entendía algo esencial: que la tierra y la vida son inseparables. Escribir sobre la tierra es escribir sobre el pueblo, y traicionar a la tierra es traicionarlos a ellos.

Kemal nunca temió a la verdad. Habló abiertamente de la identidad kurda, de la pobreza, de la censura, de la opresión. Sufrió arrestos y persecuciones por sus palabras, y sin embargo nunca permitió que el miedo lo silenciara. En su valentía veo un reflejo de lo que todo escritor, activista o defensor de los derechos humanos debe aspirar a ser: mantenerse firme, hablar, negarse a desaparecer bajo el peso de la autoridad.

Su legado trasciende con mucho a Turquía. Se situó entre los gigantes literarios del mundo, fue nominado al Premio Nobel, honrado internacionalmente, y sin embargo permaneció siempre fiel a las aldeas de Anatolia, a los campesinos y trabajadores cuyas voces llevaba consigo. En esto me recuerda la responsabilidad que todos compartimos: usar nuestras palabras, nuestras plataformas, nuestra creatividad, al servicio de quienes no pueden ser escuchados.

Para mí, Yaşar Kemal no es solo un autor de novelas; es un guardián de la memoria. Preservó los mitos y los ritmos de Anatolia, pero también sus luchas y cicatrices. Nos enseñó que la narración no es solo arte —es resistencia, es historia, es justicia. Y al leerlo, yo también recuerdo que mi propio trabajo, mis propias palabras, deben servir al mismo propósito: escuchar, testimoniar y hablar por aquellos que son silenciados.

Lea Celik Sommerseth Shaw

Cuididad de Nilo, 12 Setiembre 2025